zinedine zidane

Dicen que cada “maestrillo tiene su librillo”, como así explicó un lejano día de junio de 2003 Florentino Pérez, presidente del Madrid , en referencia a Vicente Del Bosque, al que acababa de cesar del cargo de entrenador. Por aquel entonces, Zinedine Zidane era la estrella más brillante de un equipo de ‘galácticos’ en decadencia y ahora, el francés, con la gloria de haberse convertido en el artífice de la duodécima Copa de Europa para la entidad, es leyenda en el banquillo desde una brillante gestión del vestuario y sin demasiados artificios tácticos, como durante años le enseñó el exseleccionador de España.
Y es que el perfil de entrenador del galo dista mucho de otros grandes del banquillo que hacen del intervencionismo y la rigurosa aplicación de sus ideas la clave del éxito. El plan de ‘Zizou’ se asemeja más al “librillo” del exentrenador salmantino. Como buen exfutbolista y estrella de este deporte, el técnico blanco sabe que el fútbol es de los jugadores y son ellos los que, sobre todo, ganan los partidos.
Una de la claves del éxito de Zidane ha sido la gestión del equipo.
Sin duda, una de la claves de su éxito esta temporada con el doblete de Liga y Champions, que se suma a la ’Orejona’ lograda la campaña anterior rompiendo así el maleficio de la competición, ha sido la gestión del equipo. Pese a pequeñas rebeldías de los jugadores menos utilizados, Zidane ha sabido contentar a una plantilla llena de cracks y egos, con especial atención a su máxima estrella: Cristiano Ronaldo.
Zidane, el artífice de un Madrid legendarioTodos los futbolistas han llegado en plenitud física y con la cabeza suficientemente despejada para centrarse únicamente en el balón, sacando así el mayor potencial futbolístico. El delantero de Madeira es el claro ejemplo de la mano de Zidane en el vestuario. Jamás el luso había llegado tan en forma al final del curso en más de una década jugando en la élite. Sus dos tantos en Cardiff se suman a los ocho logrados en los cuartos de final y semifinales de la Champions League ante Bayern de Munich y Atlético de Madrid respectivamente.
Para llegar a esta idílica situación a Zidane se le ha de reconocer su valentía con las siempre discutidas rotaciones. Cuando aún tenía abiertos dos frentes, la Champions y la Liga, con el Barça presionando hasta la última jornada, el técnico no dudó en cambiar el equipo de arriba a abajo en la competición doméstica con hasta nueve cambios en el once.
Un riesgo en la gestión de los minutos que, sin embargo, ha sido menor debido al gran fondo de armario del conjunto blanco con probablemente la mejor plantilla de la historia de la entidad. Los teóricos suplentes de Zidane podrían haber sido titulares indiscutibles en prácticamente cualquier conjunto de la élite europea, pero suyo es el mérito del gran rendimiento de sus pupilos menos utilizados pese a tener el cartel de segundo plato.

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